Cuando pensábamos que habíamos entrado en posesión de la herramienta
informativa más valiosa de la Historia…nos encontramos con las redes sociales.
Ya nada iba a ser igual. Los bien intencionados proclamaban la Era de
la libertad y la información sin barreras, como antesala de la Democracia
universal, pero se dieron de bruces contra el triunfo de la estupidez y la
mentira. Los delincuentes ya tenían lo que les hacía falta en la sociedad
democrática, no solo tenían voto, ahora tenían también voz.
La información periodística, que para ser solvente ha de contrastar sus
fuentes y gozar de un prestigio bien ganado, poniendo a prueba su fiabilidad
sin desmayo, devino primero en el chismorreo mediático y poco después, en la
desinformación y la mentira útil (para el que la emite, naturalmente).
Ya no podemos fiarnos de nada, se manipulan reputaciones, juicios,
elecciones, lo que haga falta, pues se tiene a disposición un canal que llega a
todo el mundo instantáneamente: Internet. Por él corre la información correcta
y fiable, pero a su lado, sin estructura ni nada que las distinga, la
desinformación, la mentira y el infundio. Y todo ello servido por una
herramienta que se ha convertido en absolutamente imprescindible para el 99,9%
de la Humanidad: el Smartphone.
Y cuando este fenómeno deja de ser anárquico y se organiza, aparecen
las llamadas “fake news”, que presentan hechos falsos como si fueran reales,
contaminando la credibilidad de medios de comunicación y periodistas serios y
haciéndonos dudar de todo. Y pobre aquel que no dude.
La difusión de noticias falsas con el fin de modificar las conductas
de una comunidad no es nueva, ya se practicaba desde la más remota antigüedad.
Pero nos ha tocado vivir una etapa histórica en la que los medios de
reproducción de la información tienen un alcance tan potente, que ha convertido
a blogs, redes sociales y canales de comunicación rápida (WhatsApp y similares)
en el medio ideal para propagar mentiras o post
verdades, como se las llama ahora.
Y si mezclamos todo esto con la capacidad de convicción de las
imágenes, encontramos el medio perfecto para influenciar a grandes masas de
ciudadanos sin demasiado problema. Si Goebbels levantara la cabeza…
Cuando apareció Photoshop se cerró el paréntesis que había abierto la
fotografía en la Historia del Arte, dando un título de credibilidad casi
infalible a la imagen fotográfica. Lo que se había fotografiado no podía sino
ser cierto, hasta que la herramienta todopoderosa (que igual sirve para volver
joven a una abuela que para hacer una factura falsa) entró en escena,
devolviendo a la imagen a su status renacentista, de interpretación de la
realidad por mediación del ojo y la mano del artista.
El fotomontaje es tan antiguo como la propia fotografía y que decir de
los FX o efectos especiales en el cine, todo un género en si mismos.
Es muy significativo
este retrato de Lincoln, quien puso fin a la esclavitud en Estados Unidos que,
en realidad, es del político sureño pro-esclavista John C. Calhoun al que se le
añadió la cabeza del presidente.
En un principio el fotomontaje era una forma de manifestación
artística practicada por la mayoría de los fotógrafos en algún momento, con
nombres tan importantes como John Heartfield, Hannah Höch, Kurt Schwitters,
Raoul Hausmann y Johannes Baader, que combinaban distintas fotografías para
crear una nueva obra. Esta herramienta proporcionó a los dadaístas una forma de
protesta en su lucha contra los intereses burgueses, mientras que los
constructivistas rusos contaron con El Lissitzky y los esposos Gustav Klutsis y
Valentina Kuláguina, que crearon el primer fotomontaje al servicio de la Unión
Soviética.
Destacados artistas que practicaron el fotomontaje, entre otros,
fueron Aleksandr Ródchenko, Salvador Dalí, John McHale, David Hockney y Thomas
Ruff. Y no podemos olvidar al surrealista Jerry N. Uelsmann, con sus
inquietantes montajes en los que llegó a utilizar hasta doce ampliadoras
sucesivamente.
Una
obra característica de Jerry N. Uelsmann
Primo hermano del fotomontaje es el collage, en el que se combinan
pinturas con fotos, recortes de periódico, revistas, etc. (ya en 1857 O. G.
Rejlander los realizaba con gran éxito y en España tenemos un maestro del
género, el valenciano Josep Renau).
Cuando
alguien estorbaba a Stalin… desaparecía.
Pero aparecieron las redes
sociales, WhatsApp y demás medios “libres” y con ellos se levanto la veda a los
farsantes, si bien los fabricantes de “fake news” no fueron los primeros,
pues Mussolini, Stalin y Hitler son pioneros
en la manipulación de imágenes con fines políticos.
Franco
“abre los ojos” junto a Hitler.
La “optimización” de la imagen de ciertos lideres, tiene un ejemplo
muy curioso en una fotografía de Franco recibiendo a Hitler en Hendaya, en la
que los ojos cerrados del español se abren misteriosamente.
El rey de la desinformación, el Dr. Goebbels, fue
sutilmente eliminado de esta imagen por orden de su jefe. Se desconoce la razón.
Como grandes consumidores de Internet, los nativos
digitales son las victimas propiciatorias de estas noticias falsas, pero
también son los que mejor pueden protegerse de ellas, pues conocen las
herramientas adecuadas para detectarlas.
Para ello, en primer lugar, es necesaria una
actitud prevenida que comienza por desconfiar de cualquier noticia de la que no
se conozca la procedencia. Si el autor no se identifica, casi con seguridad la
noticia es falsa. Además podemos enumerar varios supuestos de falsedad
evidente:
-Ya que uno de los objetivos de las noticias falsas es generar un alto
grado de rechazo o sorpresa, si lo que nos llega nos provoca una emoción muy
intensa, desconfiemos.
-Si recibimos un mensaje en el que se asegura que algo es de determinada
forma sin argumentos, pero nos conminan a creerlo y nos disuaden de investigar.
-Ausencia de fuentes. Lo que caracteriza al periodismo serio en el uso de
fuentes fiables, lo contrario es sinónimo de mentira.
-Montajes de vídeo de mala calidad, que aprovechan la moda que han impuesto
las cadenas generalistas de usar vídeos de aficionados (que no saben ni que la
pantalla de los televisores es horizontal y graban verticalmente), para hacer
pasar por autenticas verdaderas chapuzas audiovisuales.
-No existen enlaces donde ampliar o comprobar el origen de la información.
-Mala redacción, faltas de ortografía, diversas patadas al diccionario.
-Datos estadísticos o cifras absurdas.
Y, cuidado, una noticia no tiene por que ser cierta por muy compartida
que sea. Tengamos en cuenta que las “fake news” son, ante todo, un negocio con
réditos monetarios o políticos, pero rara vez se quedan en una simple
“bromita”.
Afortunadamente ya existen varias herramientas en Red que nos
facilitan la comprobación de la autenticidad de los mensajes.
Entre otras podemos usar libremente:
ErrorLevel Analysis. Si una imagen
se manipula y codifica varias veces en el mismo formato, la gradación de color
será menor en cada paso. Una imagen JPG sin modificar debería mostrar niveles
de compresión similares en toda el área. Esta aplicación resalta las zonas de la imagen que pierden calidad de color, lo que
delata su manipulación.
Izitru permite
analizar una fotografía y detecta si ha pasado por Photoshop.
Forensically, está pensada específicamente para la detección de alteraciones en una
fotografía.
FotoForensics detecta los retoques en una imagen insertando su URL o subiendo la imagen
en formato JPEG o PNG. Proporciona los metadatos de la imagen.
Find EXIF Data proporciona los metadatos de cualquier fotografía de la que insertemos el
enlace donde la imagen está hospedada.
Lo
mismo hace Image Edited?, analiza una fotografía y te da los metadatos.
Google Imágenes, es un buscador a la inversa, que permite encontrar imágenes similares a
una que nosotros aportamos.
No estamos
pues, indefensos ante la avalancha de mentiras y disparates con que nos
bombardean. Lo primero es tener criterio y una alta dosis de escepticismo ante
lo que nos llega por esa tubería, en la que todo viene mezclado y con la única
intención de llamar nuestra atención.
Lo
segundo usar las herramientas pertinentes para no dejarnos engañar y denunciar los abusos sin
misericordia.
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